viernes, 31 de octubre de 2008

Indigo y Solferino.

Existen y son de los más bellos que haya visto.
Si los descubres por separado son audaces, estridentes, tiñen y opacan a otros.
Si tienes la fortuna de observarlos a la par te deslumbras, se potencian, vibran y arman un juego dialéctico único.
Son extraños ante el vocablo común y pocos los recuerdan, es ahí donde empiezan a perderse de vista, en el olvido.
Si no se los nombra, si no se los ve, pierden fuerza, se diluyen y se apagan.
Da pena perder algo tan bello.

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