Definitivamente el polvo se acumula aunque las ventanas no se abran, aunque la brisa no ingrese, aunque se tapen los objetos, aunque pretendamos olvidarnos de ellos.
El polvillo lo va cubriendo todo, muy a nuestro pesar; es que el polvo flota en el aire y si este no circula paulatinamente la partícula gris decanta por su propio peso formando un manto, mostrando otras formas de las cosas.
Las cosas pierden su color, se ponen monocromáticas y con el tiempo se amalgaman perdiendo identidad convirtiéndose en una nueva cosa encadenada por un velo sutil y tangible.
Estoy plumereando, agitando el polvo, con las ventanas abiertas, buscando el color que me gusta.
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