Me invitaste a jugar un juego que no sabias jugar, de entrada te cambie las fichas. Mi ritmo te ponía nervioso.
Compartimos la cena...como siempre, te pedí que me digas que me amabas, lo hiciste y las palabras se volvieron fuego...quizás por la cena. Las proyecciones proyectaban en el tablero de nuestras mentes y las ganas de besarte me empujaban a tu cama.
Me extrañabas y yo también, te tentaba a patear el tablero y quise estar aun más cerca tuyo.
Un espiral ascendente de te amos fue nuestra despedida.....y todavía no termino de contarlos.
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